Saturday, February 8, 2020

4. La reflexión sobre mis clases y dejar huellas positivas

La reflexión sobre mis clases 
A través de todos estos años de profesor, siempre he tenido que hacer muchas reflexiones, las cuales son muy necesarias para poder encontrar soluciones a diferentes problemas que muchas veces se nos presentan durante las clases y para las cuales no tenemos las soluciones en el momento. El cómo motivar a los estudiantes, cómo captar su interés, saber si los objetivos que presento están alineados con el currículo, con el nivel de mis estudiantes y si se conectan con las tareas finales y sin son de utilidad verdadera para los alumnos, cómo hacer que el conocimiento previo que han adquirido mis estudiantes se active y no solo se guarde en la memoria a corta plazo de forma pasiva para luego ser filtrado y eliminado como algo que no representa ninguna utilidad, cómo establecer una conexión con las personalidades e intereses personales de mis estudiantes, cómo mostrar mi sensibilización ante sus problemas y las posibles soluciones que pueda darles, crear el momento para que mis estudiantes interactúen, compartan sus ideas y empaticen, todas estás y muchas otras son reflexiones que me he planteado a lo largo de todos estos años. El objetivo de todo, al final, no es solo la adquisición de conocimiento sino la formación de futuros hombres y mujeres que logren ser independientes y exitosos dentro de la comunidad y la sociedad en la que viven.

Dejar huellas con actividades memorables
¿Qué hace a una actividad, a una clase, a una asignatura y a un profesor memorable?
Recordando mi viaje a través de mis años de estudiantes, puedo decir que tengo actividades, clases, asignatura y profesores memorables. De todo, las que más me han impactado son las asignaturas memorables porque han hecho a los profesores memorables. Recordar qué decía mi profesor y cómo lo decía para llenarme de conocimiento al mismo tiempo que tocaba mi parte afectiva con actividades bien preparadas día a día son un tesoro que no se puede comprar ni con el tesoro más grande del mundo. Las actividades memorables, sin dudas,
hacen a una clase memorable, y estas, a su vez, hacen a las asignaturas y a los profesores memorables. Hay algo indudable y es que todos los profesores sabemos crear una actividad memorable, pero también hay algo muy cierto: no todos los profesores sabemos hacer que nuestras clases, nuestra asignatura y que nosotros
mismos, seamos memorables para nuestros estudiantes. Crear una actividad memorable puede consumirnos gran parte de nuestro tiempo diario. Por su parte, crear clases memorables puede consumirnos gran parte del tiempo de nuestros días, pero hacer que nuestra asignatura sea memorable puede tomarnos años de ardua labor, de esfuerzo, de dedicación y de consistencia. Esto funciona parecido al modelo de abajo-arriba o
bottom-up para aprender un idioma. La memorabilidad se construye de lo pequeño a lo grande, de lo bajo a lo alto y de lo poco a lo mucho. Es difícil poder llegar a la memorabilidad como profesor pero no es imposible; lo difícil es mantenernos ese nivel. 
Para dejar huellas en las vidas y personalidades de nuestros estudiantes, nuestras clases juegan un papel primordial. El cómo las preparemos, con qué fin las preparemos, las estrategias que usamos y el impacto que queremos dejar en nuestros estudiantes son aspectos que sin duda surten un gran efecto en la percepción de nuestras actividades, clases, asignaturas y personalidades en general por parte de los estudiantes. Una actividad estática, sin movimiento, que no va más allá de los libros, en la que no hay interacción con los compañeros, en la que no hay trabajo en equipo, en la que no se fomenta la empatía, en la que no se da lugar para la reflexión sobre el aprendizaje, en la que el protagonista es el profesor y no el alumno, no puede, de ninguna manera, hacer que nuestras clases sean memorables, y, si nuestras clases no son memorables, tampoco entonces lo será nuestra asignatura ni nosotros mismos. No impregnaremos de huellas positivas a las almas de nuestros estudiantes. Nuestras asignaturas serían una más del montón; seriamos profesores de los cuales, en un par de años, los estudiantes no recordarán bien ni nuestros nombres. ¿Y es esto lo que queremos?
Al menos yo no. Yo quiero que mis alumnos trabajen como si yo no existiera, que  sean responsables y tomen control de su aprendizaje como si yo no existiera, y que recuerden mis clases y mi asignatura como unas de las mejores experiencias de sus vidas.
                                                                                                                                                                                            
           

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